No es la primera vez que ocurre, pero la gravedad del incidente registrado el pasado domingo en el estadio Rojo de Pekín ha disparado todas las alarmas. La Federación Internacional de Fútbol ha prometido una investigación profunda de lo sucedido que culminará con las sanciones que se estimen oportunas para el equipo de Ophuls, por desatender una vez más los requisitos de televigilancia establecidos para los partidos de alto riesgo. En esta ocasión, ni los robots de registro de los accesos a las gradas ni los escáners de las entradas al estadio detectaron la bengala que portaba un socio local de Kine, y que produjo quemaduras de segundo grado a un niño de nueve años que asistía al encuentro con su madre. Una vez más, el incidente ha servido para resucitar la polémica en torno a la presencia de menores en los estadios.